Preámbulo del Capítulo VI del Informe Anual del BPI: Sobre la globalización
Los argumentos que ponen en tela de juicio los beneficios de la globalización están siendo objeto de mayor atención. Esto indica que corremos el riesgo de olvidar las lecciones del pasado, dando por sentados los avances logrados durante el último medio siglo en los niveles de vida, la productividad y la prosperidad.
En nuestro Informe Anual recomendamos aprovechar los vientos que soplan actualmente a favor del crecimiento para fortalecer la resiliencia económica como fundamento de un crecimiento sostenido. Una de las claves de esta estrategia es precisamente preservar los beneficios de la globalización.
Hoy publicamos un capítulo especial del Informe centrado en los aspectos económicos de la globalización, en el que explicamos cómo se han desarrollado en paralelo vínculos comerciales y financieros más profundos. La atención que concedemos a este asunto refleja la importancia de mantener y desarrollar estos vínculos y los cambios que se están produciendo en el debate sobre la economía global.
Los detractores de la globalización le achacan con frecuencia el aumento de la desigualdad en algunos países industrializados. Estudios empíricos demuestran sin embargo que otros factores, principalmente la tecnología, han tenido una mayor influencia. Es cierto que la carga del ajuste a menudo se concentra en determinadas regiones o sectores, pero unas políticas nacionales sólidas pueden ayudar a los más perjudicados a superar estos obstáculos.
Otra crítica habitual es que la apertura financiera acentúa la vulnerabilidad de las economías ante los vaivenes de las finanzas mundiales y da lugar a efectos de propagación de unos países a otros. Aunque el sistema financiero mundial está sujeto a prociclicalidad y excesos, al igual que los sistemas financieros nacionales, la respuesta adecuada no es una involución de la apertura financiera, sino establecer las salvaguardias necesarias, como han hecho las autoridades en respuesta a la liberalización financiera nacional. Esto nos permitirá disfrutar de los beneficios de la globalización al tiempo que superamos las dificultades que plantea. El papel de las monedas globales, como el dólar estadounidense, y de los bancos con presencia internacional hace imprescindible una estrecha colaboración internacional en este ámbito.
Como explicamos en el capítulo, la globalización real conlleva globalización financiera, puesto que son dos fenómenos que no pueden desligarse: sin las finanzas internacionales sería imposible cosechar los beneficios del comercio y de la inversión. Conceptualmente, la globalización presenta tres estratos. La globalización real y la financiera están claramente interrelacionadas en el primer estrato, en el que los pagos y el crédito transfronterizos son necesarios para facilitar el comercio de materias primas y productos elaborados. Esta interrelación también se da en el segundo estrato, donde el comercio internacional adquiere mayor complejidad y la apertura financiera permite la financiación de inversiones transfronterizas y cadenas de valor mundiales que distribuyen la producción entre países. Esta apertura también posibilita cubrir los correspondientes riesgos financieros. El tercer estrato es el único en el que los vínculos financieros se forjan con fines puramente financieros.
El análisis del Capítulo VI debería servir para recordar el fuerte impulso que la globalización ha brindado al bienestar económico. En lugar de abandonar los vínculos comerciales y financieros mundiales, deberíamos reforzarlos; en vez de atenuarlos, deberíamos incrementar su resiliencia. Hemos de trabajar juntos para diseñar políticas adecuadas, tanto en el ámbito nacional como en el internacional. Solo así podremos conseguir que la globalización continúe potenciando el crecimiento económico y mejorando los niveles de vida en todo el mundo para las próximas generaciones.
Jaime Caruana
Director General