Es hora de dejar atrás la sombra de la crisis, afirma el BPI en su 84º Informe Anual
La política económica necesita una nueva brújula para que la economía mundial deje atrás la sombra de la gran crisis financiera, escribe el Banco de Pagos Internacionales (BPI) en su 84º Informe Anual que se publica hoy. En su principal análisis económico del año, el BPI insta a ajustar la actual combinación de políticas y los marcos de política económica con el objetivo de retomar un crecimiento económico sostenible y equilibrado.
El BPI indica que la economía mundial ha mostrado síntomas alentadores durante el último año, pero aún no ha finalizado su convalecencia tras la crisis. Pese a una búsqueda agresiva y generalizada de la rentabilidad-con una volatilidad y unos diferenciales de crédito descendiendo hacia mínimos históricos-, y unas condiciones monetarias inusualmente acomodaticias, la inversión continúa siendo débil. La deuda, tanto pública como privada, sigue aumentando mientras el crecimiento de la productividad ha ampliado aún más su tendencia descendente de largo plazo. Se habla incluso de estancamiento secular.
Para recuperar un crecimiento sostenible y equilibrado, las políticas deben ir más allá de su enfoque tradicional centrado en el ciclo económico y adoptar una perspectiva de más largo plazo, en la que el ciclo financiero ocupe una posición central. Es necesario que aborden frontalmente las deficiencias estructurales y la ineficiente asignación de recursos que los fuertes auges financieros ocultaron y que solo se revelaron en las posteriores contracciones. La única fuente de prosperidad duradera es una mayor fortaleza por el lado de la oferta. Resulta esencial prescindir de la deuda como principal motor de crecimiento, afirma el BPI.
«La mejora de la coyuntura mundial brinda una valiosa oportunidad que no debería desperdiciarse», afirma el informe.
El BPI indica que «en los países azotados por la crisis, es necesario acentuar el énfasis en el saneamiento de balances y las reformas estructurales, y por extensión, atenuarlo en los estímulos fiscales y monetarios... En las economías que escaparon a los peores efectos de la crisis financiera y que han estado creciendo apoyadas en intensos auges financieros, es preciso poner mayor énfasis en moderar esos auges y en reforzarse para afrontar una posible contracción. Especial atención requieren las nuevas fuentes de riesgos financieros vinculados al rápido crecimiento de los mercados de capitales. En estas economías, además, las reformas estructurales revisten demasiada importancia como para postergarlas.»
«En buena medida,» afirma el informe, «las causas de los problemas posteriores a la crisis son las de la propia crisis; a saber, la inhabilidad colectiva para lidiar con el ciclo financiero.» Eliminar este fallo exige ajustes en los marcos de política económica -fiscal, monetaria y prudencial- para garantizar que las políticas combaten de forma más deliberada y persistente las expansiones y se relajan de forma menos agresiva y persistente durante las contracciones. Un aspecto clave en este contexto es reconocer el fuerte impacto que la política monetaria puede tener sobre la asunción de riesgo, tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales. Las políticas que no son suficientemente simétricas a lo largo de sucesivos ciclos económicos y financieros pueden generar un sesgo expansivo que, con el tiempo, paradójicamente enquista la inestabilidad y la fragilidad en la economía mundial y deja a la política sin munición.
El resultado financiero del BPI al cierre de marzo de 2014, publicado asimismo en su Informe Anual, arroja un balance total por valor de 222 500 millones de DEG (343 800 millones de USD) y un beneficio neto de 419,3 millones de DEG (647,9 millones de USD).