Las economías emergentes responden a la presión de los mercados
Los inversores reanudaron y aceleraron su retirada de las economías de mercado emergentes hacia finales de 2013, conforme sus débiles perspectivas de crecimiento seguían alejándose del optimismo imperante en los mercados maduros y a medida que la política monetaria estadounidense reducía su flujo de dinero. Las señales de debilitamiento económico y de riesgos financieros crecientes en China también inquietaron a los inversores. Como contrapartida, se produjeron salidas de inversiones de cartera y caídas de los precios de los activos. Al mismo tiempo, las monedas de mercados emergentes siguieron perdiendo valor, provocando aumentos de las tasas de interés oficiales e intervenciones en los mercados de divisas.
Aunque la reciente caída de los tipos de cambio de las EME guarda parecido con el episodio de ventas generalizadas de mediados de 2013, los factores subyacentes son distintos. En aquella ocasión, las fuertes depreciaciones tendieron a concentrarse en las monedas de economías de mercado emergentes con abultados desequilibrios externos, elevada inflación o rápido crecimiento del crédito interno. Esta vez, sin embargo, las depreciaciones reflejaron incertidumbres políticas y diferencias en las perspectivas de crecimiento. Los bancos centrales intervinieron además con mucha más fuerza en esta ocasión.
En las economías avanzadas continuó la tendencia alcista. Los inversores recibieron con beneplácito las muestras de apoyo al crecimiento por parte de las autoridades, así como las sorpresas económicas positivas, especialmente en la zona del euro y el Reino Unido. Así pues, no se alarmaron ante el anuncio y posterior inicio del « tapering » (retirada gradual de estímulos) en Estados Unidos. El estrechamiento de los diferenciales de rendimiento se prolongó hasta mediados de enero, mientras los continuos flujos de entrada en los fondos de renta variable mantenían la presión alcista sobre los precios de las acciones. No obstante, a finales de enero los malos datos sobre crecimiento del empleo en Estados Unidos y las presiones sobre las economías de mercado emergentes enfriaron los ánimos en los mercados. Esto ocasionó una caída brusca, aunque transitoria, de las valoraciones en todas las clases de activos, salvo los más seguros.