I. Hacia un crecimiento resiliente
A lo largo del pasado año, la economía mundial ha seguido mejorando. El crecimiento se ha acercado a sus promedios de largo plazo, el desempleo ha caído hacia sus niveles precrisis y la inflación ha subido para acercarse a los objetivos de los bancos centrales. Con el trasfondo de las mejores perspectivas a corto plazo de los últimos años, nuestro Informe Anual examina cuatro riesgos que podrían poner en peligro la sostenibilidad de la expansión a medio plazo: un repunte de la inflación, tensiones financieras conforme van madurando los ciclos financieros, debilidad del consumo y de la inversión principalmente por el peso de la deuda y, por último, un aumento del proteccionismo. En gran medida, estos riesgos surgen de la «tríada de riesgos» analizada en el Informe del año pasado: crecimiento de la productividad inusualmente bajo, niveles de deuda inusualmente altos y margen de maniobra de la política económica inusualmente estrecho. Así pues, la estrategia más prometedora para las autoridades consiste en aprovechar las favorables condiciones actuales para reforzar la resiliencia de la economía, tanto a escala nacional como internacional. En este sentido, resulta esencial elevar el potencial de crecimiento de la economía. En el plano nacional, esto implica reequilibrar las políticas para favorecer reformas estructurales, aliviar la sobrecarga que soporta la política monetaria e implementar marcos holísticos para gestionar de manera más sistemática el ciclo financiero. A escala mundial, hay que reforzar el enfoque multilateral de la política económica, el único capaz de hacer frente a los actuales retos mundiales.