V. Hacia una política fiscal orientada a la estabilidad financiera
La política fiscal debe ser un componente esencial del marco de estabilidad macrofinanciera poscrisis. Como demuestra el pasado, las crisis financieras causan estragos en las cuentas públicas. A su vez, los crecientes riesgos fiscales debilitan el sistema financiero, ya sea directamente, al socavar las garantías de los depósitos y debilitar los balances bancarios mediante pérdidas en sus tenencias de deuda pública, o bien indirectamente, al limitar la capacidad de las autoridades para estabilizar la economía a través de una política fiscal anticíclica. La estrecha relación bidireccional entre los bancos y las cuentas públicas también puede dar lugar a una especie de círculo vicioso, por el que los riesgos financieros y soberanos se refuerzan mutuamente. Para debilitar este refuerzo, hay que abandonar el actual tratamiento favorable que recibe la deuda pública de los países en la regulación del capital, en favor de un tratamiento que refleje de manera más fehaciente el riesgo soberano. Aun así, esto de por sí no es suficiente, sino que es necesario mantener o reconstruir una posición fiscal sólida. Acumulando defensas suficientes en las fases de auge financiero se obtiene margen para sanear los balances y estimular la demanda en caso de crisis. Una orientación anticíclica más fuerte también puede ayudar a contener un excesivo crecimiento del crédito y de los precios de los activos. Pero la contribución más importante a la prevención de crisis podría ser la eliminación de las disposiciones tributarias que incentivan indebidamente la deuda frente a los recursos propios, generando un excesivo apalancamiento y una mayor fragilidad financiera.