VI. Riesgos antiguos y nuevos en el panorama financiero
Los riesgos del sistema financiero han evolucionado en un contexto de tasas de interés persistentemente bajas en las economías avanzadas. Pese a sus notables esfuerzos por reforzar sus posiciones de capital y liquidez, los bancos de estas economías todavía se enfrentan al escepticismo de los mercados. Como consecuencia, han perdido parte de su tradicional ventaja de financiación con respecto a sus potenciales clientes. Esto se suma a los retos derivados de la gradual erosión de sus ingresos por intereses y su creciente exposición al riesgo de tasas de interés, que podrían debilitar su resiliencia futura. En cambio, los bancos de las EME se han beneficiado hasta ahora del optimismo en los mercados, con unas condiciones favorables que podrían estar ocultando la acumulación de desequilibrios financieros. Por su parte, las compañías de seguros y fondos de pensiones han tenido que lidiar con crecientes pasivos y débiles rendimientos de los activos. Los desajustes entre activos y pasivos debilitan a los inversores institucionales y amenazan con propagarse a la economía real. A medida que estos inversores transfieren riesgos a sus clientes y los bancos se retiran de la intermediación tradicional, las gestoras de activos asumen una función cada vez más importante. Las autoridades reguladoras vigilan de cerca las implicaciones del creciente sector de la gestión de activos para la estabilidad financiera.