Resumen de los capítulos económicos
Capítulo I: Aprovechar el tiempo prestado
La expresión «todo lo que haga falta», originalmente referida a las medidas de los bancos centrales para impedir el colapso financiero, se ha convertido en un llamamiento para que los bancos centrales perseveren en sus medidas extraordinarias. Sin embargo, ya hemos pasado el punto álgido de la crisis y la prioridad de política actual es retornar al crecimiento fuerte y sostenible. Las autoridades deben acelerar las reformas estructurales para que los recursos económicos puedan utilizarse más fácilmente de la manera más productiva. Los hogares y las empresas tienen que terminar de sanear sus balances. Los gobiernos deben redoblar sus esfuerzos para garantizar la sostenibilidad de sus finanzas. Y los reguladores deben adaptar las normas a un sistema financiero cada vez más interconectado y complejo, además de garantizar que los bancos mantengan capital suficiente para cubrir los riesgos asociados. Únicamente si se aplica un rotundo programa de saneamiento de balances y aplicación de reformas podrán retomar las economías un crecimiento real fuerte y sostenible.
Capítulo II: El año en retrospectiva
La recuperación económica mundial continuó perdiendo ímpetu durante el pasado año. La moderación del crecimiento fue consecuencia de tres tendencias básicas: un crecimiento del PIB más débil en conjunto, aunque todavía sólido en las economías de mercado emergentes; una expansión todavía tímida de la economía estadounidense, y la recesión en la zona del euro. Los bancos centrales inyectaron estímulos adicionales a la economía a través de bajadas de las tasas de interés y la introducción de medidas innovadoras para profundizar en la relajación de las condiciones monetarias. Estas medidas redujeron los riesgos a la baja e infundieron un renovado optimismo en los mercados financieros. Sin embargo, las condiciones crediticias bancarias continuaron variando entre países: las economías de mercado emergentes registraron un sólido crecimiento, Estados Unidos relajó sus condiciones crediticias y la zona del euro endureció sus criterios de concesión de préstamos. Aunque algunas economías han avanzado en la reducción de la deuda del sector privado no financiero, el hecho de no haber culminado el saneamiento de los balances sigue frenando el crecimiento y hace vulnerables a las economías.
Capítulo III: Eliminar los obstáculos al crecimiento
Las ganancias de productividad y el empleo en las principales economías avanzadas se han ralentizado en los últimos años, especialmente en aquellas economías que experimentaron un crecimiento muy desequilibrado durante los años anteriores a la crisis. Para que estos países puedan regresar a la senda del crecimiento sostenible, deberían reasignar mano de obra y capital entre los distintos sectores. Las rigideces estructurales que entorpecen este proceso es probable que frenen el potencial productivo de la economía. Los países que cuentan con unos mercados rígidos de productos suelen mostrar unos niveles más bajos tanto de productividad como de empleo. Asimismo, las economías con mercados de trabajo más rígidos suelen tener también menores tasas de empleo. Por el contrario, los países que disponen de mercados de trabajo flexibles consiguen recuperarse con mayor rapidez de los efectos de desaceleraciones muy desequilibradas, al tiempo que crean más puestos de trabajo. Las reformas que mejoran la flexibilidad de los mercados de trabajo y de productos podrían verse recompensadas rápidamente gracias a la mejora del crecimiento y del empleo.
Capítulo IV: Sostenibilidad fiscal: ¿dónde estamos?
Aunque se ha avanzado en la reducción de los déficits fiscales, las finanzas públicas de numerosos países avanzados continúan siendo insostenibles. Además de la carga que genera el gasto asociado al envejecimiento, una posible subida de las tasas de interés a largo plazo desde sus actuales niveles extremadamente bajos supone un riesgo para las finanzas públicas de distintos países. Así pues, muchas economías avanzadas necesitan aún mejorar sustancialmente sus saldos primarios para situar la deuda en una trayectoria descendente más segura. Las medidas para contener futuros aumentos del gasto en pensiones y asistencia sanitaria son claves para el éxito de estos esfuerzos. Las finanzas públicas en las economías de mercado emergentes están en una situación relativamente mejor, pero para garantizar su solidez en el futuro se necesitará prudencia.
Capítulo V: Hacia una mayor resiliencia del sector bancario
Los bancos se recuperan gradualmente de la crisis. Para consolidar la resiliencia de las instituciones financieras, es necesario que mantengan abultados colchones de capital de alta calidad que les permitan absorber pérdidas y colchones de liquidez bien gestionados que les protejan de pérdidas repentinas de confianza en los mercados. También se hacen necesarias mejoras en los regímenes de resolución bancaria que permitan la resolución ordenada de las instituciones de importancia sistémica.
No obstante, la medición y gestión de los riesgos que plantea el actual sistema financiero cada vez más intrincado e internacional sigue siendo un reto para el marco prudencial. En este sentido, la combinación de medidas sensibles al riesgo con otras más simples basadas en los balances puede resultar clave para controlar los riesgos del sistema financiero. Al reforzarse mutuamente, estos dos tipos de medidas generan más información sobre el riesgo de un banco concreto que cualquiera de ellas por separado. Las políticas para separar estructuralmente las funciones bancarias también pueden ayudar a reducir la complejidad de las entidades por separado, aunque sigue siendo una incógnita su impacto en la estabilidad sistémica y en la eficiencia.
Capítulo VI: La política monetaria en la encrucijada
Con las políticas monetarias todavía muy acomodaticias en todo el mundo, los bancos centrales siguen ganando tiempo para que otros actúen, pero inexorablemente el balance entre sus costes y beneficios resulta cada vez menos favorable. Asimismo, el retraso de la inevitable estrategia de salida plantea crecientes retos a los bancos centrales, que deben reenfatizar su marco de política monetaria orientado hacia la estabilidad, pero teniendo más en cuenta tanto la estabilidad financiera como las repercusiones de las políticas a nivel mundial.