Resumen de los capítulos económicos
Capítulo I: Romper los círculos viciosos
La economía mundial aún tiene que desprenderse del legado de la crisis financiera para poder alcanzar un crecimiento equilibrado y autosostenible. Esa transición se ve obstaculizada de distintas maneras por círculos viciosos que afectan tanto a las economías avanzadas como a las de mercado emergentes. Tras pasar revista a la evolución económica durante el pasado ejercicio (Capítulo II), el Informe aborda aspectos fundamentales de dichos círculos: ajustes estructurales incompletos (Capítulo III), riesgos en la orientación actual de la política monetaria (Capítulo IV) y fiscal (Capítulo V), y los continuos retos que presenta la reforma financiera (Capítulo VI). El Capítulo I por su parte sintetiza los principales asuntos y conclusiones para la política económica expuestos en estos últimos capítulos, y en un apartado especial los analiza en el contexto de los problemas de la unión monetaria europea.
Capítulo II: Retrospectiva del año
En las economías avanzadas, los primeros meses de 2011 parecían augurar el principio de una recuperación autosostenible, pero resultó ser un espejismo. En 2012 parece repetirse el mismo patrón, y las señales tempranas de solidez están desvaneciéndose progresivamente. En ambos ejercicios, se ha materializado un mismo tipo de obstáculos. La crisis puso de manifiesto los débiles cimientos de las finanzas públicas. Con unos presupuestos descompensados, los responsables de las finanzas públicas se han visto obligados a imponer severos recortes, mientras otros sectores de la economía siguen reduciendo su grado de apalancamiento. En la zona del euro, de las tensiones presupuestarias se ha pasado a una crisis de deuda soberana, lo cual ha minado seriamente la confianza de inversores y consumidores tanto en el seno de la unión monetaria como fuera de ella. Las pérdidas sufridas en bonos soberanos han conducido a muchos bancos a racionar el crédito, debilitando aún más la recuperación. Entretanto, la pujante actividad económica en numerosas economías de mercado emergentes ha empezado a perder ímpetu.
Capítulo III: Reequilibrar el crecimiento
Tanto las economías avanzadas como las de mercado emergentes se enfrentan a retos estructurales. La ineficiente asignación de recursos entre los distintos sectores que se ha gestado durante la fase de expansión, junto con el elevado endeudamiento tanto de hogares como de empresas, sigue siendo un lastre para el crecimiento en algunas economías avanzadas. Estos países deben sanear sus balances y facilitar el reequilibrio de recursos entre sectores. Entretanto, otra serie de países, incluidas muchas economías de mercado emergentes, podría sufrir su propia versión del ciclo de profunda expansión y contracción observado en otros países. Su reequilibrio exige dejar atrás la expansión crediticia y las exportaciones, para centrarse en fuentes internas de crecimiento, en especial a medida que los modelos de crecimiento basados en exportaciones parecen proclives a perder eficacia.
Capítulo IV: Los límites de la política monetaria
Las principales economías avanzadas mantienen unas condiciones monetarias extraordinariamente acomodaticias que están transmitiéndose a las economías de mercado emergentes en forma de volatilidad indeseable de los tipos de cambio y los flujos de capital. Como consecuencia de las medidas adoptadas por las economías de mercado emergentes para contrarrestar esta situación, el sesgo de la política monetaria es especialmente acomodaticio en todo el mundo. Hay amplio acuerdo en que, durante la crisis, la adopción resuelta de medidas por los bancos centrales fue crucial para evitar el colapso del sistema financiero y que posteriormente dichas medidas han servido de apoyo a las economías más debilitadas. Los bancos centrales no han tenido más remedio que mantener la relajación monetaria ante la incapacidad de los gobiernos para abordar de forma rápida e integral los obstáculos estructurales que dificultan el crecimiento. Sin embargo, es importante sopesar la necesidad de prolongar esa política acomodaticia frente al riesgo de inducir con ello distorsiones que podrían generar inestabilidad financiera y de precios.
Capítulo V: Recuperar la sostenibilidad fiscal
Las emisiones soberanas de países con problemas presupuestarios han ido perdiendo a un ritmo alarmante su carácter de activos sin riesgo y las ventajas económicas que ello conlleva. Una amplia disponibilidad de activos seguros facilita el funcionamiento de los mercados financieros y la instrumentación de la política monetaria, y un gobierno cuya deuda esté fundamentalmente libre de riesgo de crédito contará con un holgado margen de maniobra para ejecutar políticas anticíclicas que sostengan la estabilidad macroeconómica. Para recuperar la oferta de activos sin riesgo es preciso que los gobiernos aborden de manera convincente los elevados déficits y el aumento previsto de sus obligaciones a largo plazo. Algunos países deben adoptar medidas de inmediato para reformar significativamente su sector público y eliminar obstáculos estructurales al crecimiento. Todos los países deben evitar las interacciones perniciosas entre el sector financiero y los emisores soberanos, y crear defensas fiscales en las épocas de bonanza.
Capítulo VI: Evolución del sector bancario tras la crisis
Los bancos y las autoridades prudenciales siguen afrontando difíciles retos a la hora de preservar la estabilidad financiera. Los bancos deben reforzar aún más sus posiciones de capital y de liquidez para recuperar la confianza de los mercados. A fin de acelerar este proceso, las autoridades deberán asegurarse de que las entidades se recapitalizan y reconocen las pérdidas incurridas en inversiones problemáticas. Las autoridades de todo el mundo deben implantar con prontitud y coherencia las normas acordadas de Basilea III y asegurarse de que los intermediarios que actualmente no están regulados también queden sujetos a una sólida regulación. Por su parte, los reguladores de economías de rápido crecimiento deberán tener presente que la asunción de riesgo alentada por sus boyantes mercados locales podría tener consecuencias desestabilizadoras. El objetivo a largo plazo de la política económica debe ser allanar el terreno para que la banca adopte un modelo de negocio sólido caracterizado por balances fuertes y transparentes, operaciones internacionales autosostenibles y beneficios estables que no dependan de las ayudas oficiales.