Los mercados financieros
Los precios de los activos de riesgo siguieron aumentando durante la mayor parte de 2006 y comienzos de 2007. Dos episodios de ventas generalizadas registrados en este periodo resultaron ser breves correcciones transitorias, más que desaceleraciones prolongadas. Algunos mercados bursátiles alcanzaron máximos históricos, mientras varios diferenciales de rendimiento se estrechaban hasta nuevos mínimos, y todo ello pese al deterioro de las perspectivas económicas en Estados Unidos y a los indicios de una posible inflexión del crecimiento mundial. En este entorno, los rendimientos de la deuda pública se estabilizaron en las economías industriales avanzadas hacia mediados de 2006, para remontar posteriormente. En Estados Unidos en concreto, la inquietud de los inversionistas por las perspectivas de crecimiento del país y las expectativas de relajación de la política monetaria presionaron a la baja los rendimientos de los bonos a largo plazo durante el segundo semestre. Las perspectivas económicas se mantuvieron más favorables en Japón, ofreciendo cierto estímulo a los rendimientos de la deuda, mientras la progresiva mejora de las previsiones para la zona del euro terminó por alentar una subida de los rendimientos de los bonos de la región.
Un ingrediente importante del auge en los mercados desarrollados de acciones y deuda corporativa fue el intenso crecimiento de los beneficios empresariales. Al auge bursátil contribuyeron asimismo los cambios en la estructura de capital de las empresas, al relanzarse operaciones de recompra de acciones y acrecentarse sustancialmente las fusiones y adquisiciones. Del mismo modo, las ganancias en los mercados emergentes coincidieron con mejoras de las calificaciones crediticias y con condiciones macroeconómicas en general sólidas. No obstante, la creciente preferencia por el riesgo probablemente imprimió un impulso adicional al recorrido alcista en todos estos mercados.