La política monetaria en los países industrializados avanzados
En el período examinado, la política monetaria en los países del G-3 se mantuvo en general acomodaticia, aunque fue adoptando un tono claramente más firme. Ante las señales de presiones al alza sobre los precios, la Reserva Federal continuó endureciendo su política encadenando subidas de tipos de interés. El BCE comenzó a subir el tipo de interés oficial al superarse su objetivo de inflación general y cobrar impulso la actividad económica; además, la evolución de los agregados monetarios y crediticios y del precio de los activos hizo temer por la estabilidad de precios a más largo plazo. Al remitir las presiones deflacionarias, el Banco de Japón anunció el fin de su política monetaria atípica de relajación cuantitativa, aunque en principio mantuvo en cero el tipo de interés oficial. También adoptó un nuevo marco para su política basado en una "perspectiva doble", distinguiendo entre riesgos a corto y a largo plazo para la estabilidad de precios. En economías industrializadas más pequeñas con objetivos de inflación explícitos, las políticas aplicadas fueron más variadas, optando los bancos centrales en su mayoría por medidas restrictivas. Los acontecimientos externos fueron de nuevo clave en la conformación del entorno de las políticas. Los elevados precios del petróleo y de otras materias primas suscitaron inquietud por los eventuales efectos inflacionistas de segunda ronda, al tiempo que el bajo coste de los bienes de consumo importados hacía prever que la inflación subyacente se mantendría por debajo del objetivo.
En una sección especial del capítulo se analiza con más detalle las consecuencias que para la ejecución de la política monetaria tiene la mayor integración de la economía mundial (es decir, la "globalización"). Esta, si bien ha contribuido al proceso de desinflación mundial a lo largo de la última década, también ha complicado la implementación de la política monetaria al alterar de diversas formas el entorno en el que se toman las decisiones, influir en los parámetros orientativos tradicionales de la política monetaria y limitar el margen de maniobra de los responsables de su aplicación. A la luz de estas tendencias, se analizan los desafíos que afrontan las autoridades monetarias.