Informe Anual del BPI: Rescate, recuperación y reforma: el angosto camino por delante
En su 79º Informe Anual publicado hoy, el Banco de Pagos Internacionales (BPI) analiza el angosto camino por delante para salir de la crisis financiera. El Informe enfatiza la necesidad de centrarse en la evolución a medio plazo y en la sostenibilidad a la hora de diseñar respuestas a través de las políticas macroeconómicas y financieras.
La reciente crisis tuvo causas tanto macroeconómicas como microeconómicas: profundos desequilibrios mundiales, un prolongado periodo de bajas tasas de interés reales, incentivos distorsionados y riesgos subestimados. También fallaron los mercados y la regulación no logró impedir el exceso de apalancamiento.
Al intensificarse la crisis en septiembre y octubre de 2008, las autoridades monetarias, fiscales y reguladoras se vieron obligadas a ampliar sus medidas para devolver la salud al sistema financiero y contrarrestar las amenazas para la economía real. Las políticas monetarias y fiscales aplicadas no tienen precedentes tanto por sus dimensiones como por su alcance.
Aun así, los balances de numerosas instituciones financieras todavía no se han corregido y se necesitan nuevas medidas. Un sistema financiero saneado es condición ineludible para la eficacia de las políticas expansionistas y para la estabilidad del crecimiento real a largo plazo. «Es fundamental que las autoridades … reparen el sistema financiero” y "perseveren en su tarea hasta finalizarla», recoge el Informe Anual. Al mismo tiempo, deben evitar el proteccionismo financiero, a veces consecuencia imprevista de las ayudas nacionales al sector financiero, ya que podría moderar el crecimiento y el desarrollo.
La puesta en práctica de este rescate es una tarea complicada que está salpicada de riesgos. Las políticas deben facilitar - y no entorpecer - un ajuste ordenado. Han de encontrar el equilibrio adecuado entre los estímulos a corto plazo y la adecuada articulación de las estrategias de salida para asegurar la sostenibilidad a largo plazo. También deben permitir la contracción del sector financiero a medida que los prestatarios reduzcan su nivel de apalancamiento. Y deben promover un cambio en los patrones de producción, alejándose de los modelos de crecimiento basados excesivamente en las exportaciones y en el apalancamiento para adoptar modelos más equilibrados.
Los sectores público y privado tienen que colaborar en la construcción de un sistema financiero más resistente. Para poder solucionar los amplios fallos que ha puesto de manifiesto la crisis, es necesario identificar y mitigar el riesgo sistémico en todas sus formas, adoptando una perspectiva macroprudencial, algo en lo que el BPI ha trabajado durante años. Guillermo Ortiz, Presidente del Consejo de Administración del BPI, afirmó que «la tarea deberá coordinarse internacionalmente entre un nutrido grupo de países. En concreto, las instituciones expertas en este campo, como el Consejo de Estabilidad Financiera y los comités normalizadores, tendrán que liderar el proceso».
Según el Informe Anual del BPI, los instrumentos financieros, los mercados y las instituciones deben reformarse para dar paso a un sistema realmente sólido. Para los instrumentos, esto implica contar con un mecanismo para calificar su seguridad, restringir su disponibilidad y advertir sobre su adecuación y sus riesgos. Para los mercados, supone fomentar la negociación y la liquidación a través de entidades de contrapartida central y de mercados organizados. Y para las instituciones, conlleva aplicar integralmente normas prudenciales mejoradas que incorporen una perspectiva sistémica. Sobre todo, los reguladores y supervisores deben adoptar una orientación macroprudencial. Al ocuparse por igual de la estabilidad del sistema en su conjunto y de la viabilidad de las instituciones a título individual, se reduciría la probabilidad de producirse quiebras conjuntas a causa de exposiciones comunes, al tiempo que se moderarían la prociclicidad inherente al sistema financiero. En su alocución de hoy, el Director General del BPI, Jaime Caruana, enfatizó que «existen actualmente diversos proyectos para hacer operativo el enfoque macroprudencial, con el respaldo que les brinda el nuevo consenso internacional. El BPI participa activamente en todas estas iniciativas».
Ahora bien, una mejor regulación no será suficiente. Las políticas macroeconómicas también deben contribuir a promover la estabilidad financiera. Para la política monetaria, esto implica tener más en cuenta los auges del crédito y del precio de los activos; para la política fiscal, supone primar la disciplina fiscal a medio plazo y la sostenibilidad a largo plazo.
El BPI presentó el 79º Informe Anual en su Asamblea General Anual celebrada hoy en Basilea (Suiza), que estuvo presidida por Guillermo Ortiz. A finales de marzo de 2009, el Banco registraba un balance de 255.000 millones de DEG (381.000 millones de USD), lo que supone 56.000 millones de DEG menos que en el ejercicio anterior. Su beneficio neto se redujo en un 18%, situándose en 446 millones de DEG (666 millones de USD). Los depósitos monetarios de sus clientes representaron en torno al 4% de las reservas de divisas totales en todo el mundo.
Los 55 bancos centrales accionistas del BPI percibirán un dividendo de 265 DEG por acción, idéntico al del ejercicio precedente.